jueves, 26 de diciembre de 2013

Se encontró una pequeña población del ave 
en el lago de Zirahuén

Michoacán, último reducto de sobrevivencia para el pájaro mascarita transvolcánica
REDACCIÓN

Michoacán podría ser el último reducto de la mascarita transvolcánica (Geothlypis speciosa), una pequeña ave de hasta 13 centímetros de longitud que se encuentra extinta en gran parte de los humedales del Altiplano Central de México, pero de la cual se encontró una pequeña población en vegetación de tular en el lago de Zirahuén, donde nunca se había reportado científicamente su presencia.

Esta ave —en la que los machos presentan su característica coloración negra en la cabeza que da origen al nombre común “mascarita” y que cambia gradualmente a verde olivo amarillento en espalda, rabadilla y otras regiones dorsales, con la garganta, pecho y abdomen de un color amarillo oro intenso— es una especie relativamente antigua que presenta un rango de distribución restringido en el Eje Volcánico Trasversal en vegetación de tular de humedales de la cuenca alta del Lerma, y los lagos de Pátzcuaro y Cuitzeo en Michoacán, y Yuriria en Guanajuato.

Alejandro Pérez Arteaga, investigador de la Facultad de Biología de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo –y responsable del equipo que descubrió esta población– , refiere que la mascarita sólo dispone de aproximadamente 8 mil 300 hectáreas de tulares que constituyen todo el hábitat disponible para la especie en los humedales del centro de México, de los cuales casi 80 por ciento corresponde a sitios en Cuitzeo, Pátzcuaro y Zirahuén, por lo que Michoacán se convierte así en la única oportunidad de conservación de esta especie.

Geothlypis speciosa está catalogada en México por la NOM-059-ECOL-2001 como especie en peligro de extinción, un estatus similar decretado por la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN). De hecho, Birdlife International reportó en 2007 su extinción en el lago de Texcoco y se presume que está desaparecida también en el lago de Zumpango en el estado de México y la presa Solís en Guanajuato, pues desde 1966 dejaron de existir registros para estas zonas. Lo mismo ocurre para el lago de Yuriria, donde, a pesar de esfuerzos intensivos de búsqueda durante los últimos cinco años, no se han encontrado ejemplares.

En estado natural, la especie está al borde de la extinción debido a la elevada fragmentación y acelerada pérdida de su hábitat debido a factores antropogénicos como el cambio de uso de suelo, contaminación del agua por metales pesados y, fundamentalmente, por la desaparición de tulares por desecación. Debido a que esta ave no ha sido bien estudiada no existe hoy un programa de conservación por lo que persiste el riesgo de desaparición, confirmó Pérez Arteaga.

Lo más grave es que esta nueva población de mascarita de Zirahuén también estaría en riesgo de desaparecer, pues la agricultura y ganadería son responsables del deterioro de las zonas de tular que es su hábitat natural. Además, se presenta un grave fenómeno de desecación por azolvamiento provocado por la deforestación y erosión, que se agrava por la descarga de basura, aguas negras y agroquímicos al lago, aunado a la mínima extensión, alrededor de 10 hectáreas, de hábitat disponible para la especie en este humedal.

Debido al gran desconocimiento que existe sobre la especie y a su endemismo limitado a cuatro localidades del centro de México, Alejandro Pérez consideró prioritario realizar más trabajos de investigación para determinar de manera adecuada su demografía y distribución actual, y generar información biológica base que permita establecer planes adecuados para el monitoreo, conservación y restauración en esta zona, pues si el hábitat disponible se reduce, es posible que ocurra la extinción de la mascarita a nivel local, lo que determinará, sin duda, la extinción total en México de esta emblemática ave.

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